Hace unos días fui invitado a dar
una ponencia en un acto organizado por una plataforma de
coworking (http://coworkingsplace.com), preparando
contenidos decidí hablar sobre las debilidades financieras y la alta
ponderación del fracaso de los proyectos emprendedores por estas causas. Pero
en la reunión previa con el equipo promotor salió la innovación y los problemas
para gestionarla, y quedamos tan motivados con la conversación que cambiamos
nuestros planes y giramos la ponencia hacia el tema, incluso llevaba como
título "Cómo NO gestionar la innovación".
Decidí empezar por definir
innovación, y parafraseando a la RAE "innovación
(lat. innovatio) 1 Acción y efecto de
innovar. 2- Creación o modificación de un producto y su introducción en un
mercado" y descubrí algo
sorprendente en la definición, algo que pasé por alto en el 2010 cuando realicé
mi trabajo final de máster[1].
¿Es innovar únicamente crear/modificar un producto e introducirlo en el
mercado? ¿No se considera innovación la mejora de sistemas que suponga
optimizar los procesos productivos? quizá sea la interpretación literal del
concepto la causa de los fallos de gestión en un área vital dentro del marco
actual de la economía y los mercados. Otra de las causas es la moda, algo que
ya publiqué en este medio en el año 2011 (http://theluthier-dailosreyes.blogspot.com.es/2011/06/infoxicada-innovacion.html)
que provoca llenar expedientes y cada vez menos dinero público sin una
estrategia eficaz y eficiente.
Por lo tanto, desde nuestro punto
de vista, la innovación tiene como objetivo incrementar la rentabilidad de las
empresas, simplificando esta como porcentaje de ingresos/gastos(inversión) . La parte del incremento de ingresos está dentro de la definición, pero la reducción de gastos no está encajada dentro de
la misma. La optimización de los procesos productivos puede encajarse dentro de
la reducción de gastos. En este sentido, es más sencillo y con mayor
probabilidad de éxito conseguir mejoras significativas en los procesos que
crear productos nuevos y lanzarlos al mercado. En los últimos años se ha puesto
de moda el "long tail"
dentro de los modelos de negocio, creándose multitud de "start up" y proyectos emprendedores fundamentados en
este concepto, con una gran carga innovadora en procesos que le permiten
competir dentro de la complejidad de los mercados.
Dejando enmarcado el
tema, entramos en el fondo de la cuestión, ¿Cómo gestionamos la innovación?
como toda gestión, debemos tener claro los objetivos y la forma de medirlos; ya
que sin estos no se puede realizar una toma de decisiones correcta. Y es en este
punto donde fallan la mayoría de los proyectos de innovación, tanto en el
sistema público como el privado.
Dentro del sistema público voy a
usar de ejemplo una fundación que tiene un programa "exitoso" y
ambicioso de dinamizadores de la innovación, que en cuyas bases publicó lo siguiente . "...pretende
promover un cambio en las empresas, implantando en ellas mecanismos que
consoliden los conocimientos científicos y tecnológicos generados en las
universidades en nuevos productos o nuevos servicios a través de la gestión de
los procesos de innovación...."
Tienen una visión clara y ambiciosa, ¿pero y el objetivo?. No lo encontré, probablemente lo tuvieran pero la formulación no era la adecuada para el propósito del programa, y por tanto la dicotomía entre éxito y fracaso puede verse sesgada en función de los agentes. He hablado con participantes de este programa, llegando a la conclusión de que lo que ellos llamaron éxito fue a la entrega de unos dossiers que quedaron archivados, sin llevar a cabo esos proyectos. Las empresas participantes usaron en la mayoría de los casos a los consultores como mano de obra subvencionada, y ellos mantenían la esperanza de que los contrataran al finalizar el periodo, que en el 90% de los casos no ocurrió. Entonces, dónde está la diferencia entre la perspectiva de la fundación y de los consultores, pues con total seguridad en la formulación del objetivo. Aprovecho la ocasión para criticar constructivamente este tipo de ambiciosos programas, que junto con muchos otros, como por ejemplo sobre emprendeduria han supuesto "derroche" de dinero público mal gestionado, que han servido para "cumplir" con los programas europeos o con la responsabilidad social corporativa de ciertas empresas, pero no para crear empresas ni para incrementar la tasa de innovación.
Tienen una visión clara y ambiciosa, ¿pero y el objetivo?. No lo encontré, probablemente lo tuvieran pero la formulación no era la adecuada para el propósito del programa, y por tanto la dicotomía entre éxito y fracaso puede verse sesgada en función de los agentes. He hablado con participantes de este programa, llegando a la conclusión de que lo que ellos llamaron éxito fue a la entrega de unos dossiers que quedaron archivados, sin llevar a cabo esos proyectos. Las empresas participantes usaron en la mayoría de los casos a los consultores como mano de obra subvencionada, y ellos mantenían la esperanza de que los contrataran al finalizar el periodo, que en el 90% de los casos no ocurrió. Entonces, dónde está la diferencia entre la perspectiva de la fundación y de los consultores, pues con total seguridad en la formulación del objetivo. Aprovecho la ocasión para criticar constructivamente este tipo de ambiciosos programas, que junto con muchos otros, como por ejemplo sobre emprendeduria han supuesto "derroche" de dinero público mal gestionado, que han servido para "cumplir" con los programas europeos o con la responsabilidad social corporativa de ciertas empresas, pero no para crear empresas ni para incrementar la tasa de innovación.
Tras la crítica, vayamos a lo que
realmente importa, ¿Cómo gestionamos la innovación dentro de nuestras empresas?
La innovación debe formar parte de la gestión empresarial y el empresario o el
gestor debe cumplir con los siguientes requisitos:
1. Creer
en los proyectos.- Si no crees en el proyecto, mejor no te embarques en él.
Todo proyecto conlleva riesgo e incertidumbre, y no estar convencido conlleva
esfuerzos de tiempo y dinero que no llegaran a nada. Aunque hay que ser
realista y no cegarse.
2. Marcar
objetivos.- Es vital para saber a dónde llegar, y sobre todo para comprobar el
éxito o fracaso de nuestra gestión al frente de los proyectos. Deben ser
fácilmente medibles y alcanzables. Por ejemplo tener el 1/01 el producto X en los lineales de los
distribuidores, reducir los tiempos de espera en un 30%, reducir los costes el
15%, etc.
3. Capacidad
para planificar y perseverancia.
4. Habilidades
de liderazgo y comunicación para guiar al equipo.
Esto es en lo que respecta a la
parte operativa, pero ¿y la financiera? este es otro punto crítico donde fallan
los proyectos, tanto a nivel empresa como a nivel emprendedores que empiezan. Debes
tener claro lo siguiente:
1. No
esperes a subvenciones.- El proyecto debe ser viable per se, existen casos de
empresas que no han podido desarrollar proyectos o que han tenido que pararlos
por no recibir las subvenciones.
2. Planifica.-
Marcar hitos del proyecto, y tener claro las actuaciones en cada apartado te
llevará a controlar el proceso
3. Presupuesta
y controla las desviaciones.- Un exhaustivo control del gasto llevara a
optimizar los recursos y a llevar el proyecto por buen camino. Identifica las
desviaciones por si se deben a una mala planificación o a imprevistos.
Un punto clave, y más en la
actualidad donde crear empresas de base tecnológica está de moda, es la
búsqueda de financiación para los proyectos. Tenemos crowdfunding y el crowdlending,
los bussines
angels, el venture capital,
etc... pero aun así, buscar financiación para los proyectos resulta muy
complicado. ¿Por qué? Por un lado está el elevado riesgo que suponen este tipo
de inversiones, y por otro la escasa cultura financiera existente. Tras mis
experiencias en varios proyectos y entrevistas a emprendedores he llegado a la
conclusión que aprox. el 75% de los proyectos no consiguen financiación por no
poder solucionar las diferencias de valoración, por falta de implicación
financiera en el proyecto por parte del equipo promotor y por no tener el
proyecto lo suficientemente maduro para el lanzamiento a los mercados. Lo ideal
para encontrar financiación es que la empresa tenga clientes y el proyecto
comience a generar cash, pero debemos
tener claro que no todos los proyectos funcionan igual y necesitan músculo
financiero para generar flujos de caja. Para estos proyectos, no nos vale la
patente o el estudio de ingeniería, los inversores necesitan un prototipo que
tangibilice las ideas para ver el mercado.
El sentido común es vital en el
aspecto financiero, las ideas tiene un alto valor y son un "bien"
escaso, pero sin dinero para llevarla a cabo, la idea no vale nada. Por
ejemplo, he visto caer proyectos muy interesantes porque los socios y los
posibles inversores no se ponían de acuerdo en las valoraciones, buscando crear
sociedades al 80-20 sin poner dinero, solo know-how.
Otros han fracasado por la espera de subvenciones y una parte importante de
buenos proyectos han fracasado "impulsados" por las agencias públicas
de apoyo a la emprendeduria y la innovación argumentando que sus proyectos no
se ajustaban a las bases, cuando en mi opinión más bien era que no se ajustaba
a sus intereses o que no contaban con la suficiente visión de negocio para
valorarlos.
En conclusión la innovación debe
integrarse en la cultura corporativa, definiéndolo como mejora continua en la
búsqueda de la diversificación y/o mejorar la cartera de productos/servicios
así como mejorar los sistemas y procesos para generar la competitividad. Tener
sentido común a la hora de buscar financiación y sobre todo usar las
principales herramientas de gestión, marcar objetivos y planificar.